En el plan de Galdós de exaltar Girona y los momentos apoteóticos de la Guerra de la Independencia, Girona constituyó un hito distinguido, a efectos de historia épica, semimítica y atractivo popular. Y esto a pesar de su impacto restringido en la mejora de la competencia.
La importancia de la ciudad se convirtió en el nodo crucial de comunicaciones entre la frontera y la capital del Principado, Barcelona, rápidamente en manos de los franceses. Las tropas napoleónicas deseaban asegurar el paso franco utilizando este curso convencional.
Al principio consideraron la toma de la metrópoli bastante simple, pero a la larga, mientras el asedio duró todo el tiempo, lo que determinaron al pie de las particiones de Girona se convirtió en un lugar de honor en lugar de una instalación estratégica. Se recuerde o no, en este respeto de honorable venganza, que el mariscal Augereau lanzó el asalto decisivo a la ciudad, la fecha del cumpleaños de Napoleón.
Girona
Este elemento se hizo sagazmente visible a través de Galdós, que, en lugar de diluir la acción de la novela en algún momento en los tres sitios web que sufrió la ciudad, la concentra en el final, evitando en consecuencia enredar y cansar al lector con una maraña de nombres y fechas, asaltos y contraataques, y terminología naval.
El primer asedio, al igual que el segundo, mayor armada que épico, y cada uno más flexible que el 0.33, ocurrió el 20 y 21 de junio de 1808, comandado por el General francés Duhesme, el General español Bolívar.
El segundo asedio, bajo el mismo mando, duró del 24 de julio al dieciséis de agosto de 1808.
La primera página web no se observa en el Episodio, la segunda aparece como la conexión antigua más simple con las ocasiones que podrían tener lugar en todo el sitio web de 1/3 en línea. Galdós ni siquiera necesita confundir el interés del lector con referencias más antiguas y, como decimos, más complicadas de aprehender.
Historia de Girona
En abril de 1874, Galdós terminó el Episodio "Zaragoza", "Gerona" quedó ya programado como el Episodio posterior, y al ritmo que se presuponía ver la luz a los dos o tres meses. Para saber aproximadamente la conocida página web, tuvo a Galdós a su reminiscencia. Galdós había estado en Gerona en 1868, casi sesenta años después de la soberbia hazaña, y había observado con primera afición la información topográfica de la milenaria metrópoli.
¿Cómo fue la ciudad en 1868? Gerona ya no había despertado de ese estilo de vida latente, de esa tranquila somnolencia que le había quedado después de la lucha. Su forma urbana, eso es lo que nos atrae aquí, conservaba casi intactos los tabiques y fuertes que los franceses habían dejado en pie al acurrucarse. En la faceta norte, la más fantástica, la fortaleza de Montjuich, semidesierta por las tropas napoleónicas, sin embargo, parecía amenazadora, visible desde la muralla, como un mastodonte de la ingeniería militar; la Torre Gironella, en cambio, se convirtió en un enorme montón de escombros: los franceses la habían golpeado. La muralla de base prerromana que rodeaba la metrópolis antigua-la ciudad antigua se hizo poco mayor que la acrópolis romano - cristiana-1520 permaneció casi intacta, rehizo los daños del sitio web para no perder ahora Girona la condición de fortaleza. Lo que quedó de las particiones, como en el momento de la Guerra de Independencia, han sido pueblos, aún no barrios. A la ciudad se entraba y salía en diligencias y tartanes por las puertas principales convencionales abiertas en el interior de la muralla, y cuyos nombres aparecen en el Interior del Episodio: la puerta de Areny al sur, posterior al cauce del río Onyar; la puerta del Mercadal, bordeando el río igual en la faceta oeste; la de Pedret o San Pedro, justo pasado el río Galligans, al norte; y la colina de San Cristóbal al este. Galdós no tendría dificultad en visitar el recinto de la pequeña ciudad de pies a cabeza. Los restos pedregosos de los Sitios, por lo que la implementación, el componente máximo de primera categoría a los ojos del visitante curioso, podría tener un efecto vibrante en él.
Influencia Girona
Para revivir esta influencia en el momento de escribir el Episodio, se vale de los servicios de un estudiante de Girona. Galdós en preferencia al gerundense dice "Geronés": "Para mi episodio utilicé a un chico geronés que conocí en el Ateneo viejo". No nos damos cuenta de su nombre, pero nos damos cuenta de que su llamado era Manuel Almeda, y que asistía a las publicaciones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El alumno-mantiene el excelente frecuentador del Ateneo antiguo - "con un lápiz sobre un trozo de papel me dibujaba el plano de las calles, y me cambié a recordarlas como antes del excelente plano construido". Además de recordarle la estructura urbana y la topografía, Manuel Almeda, de un antiguo círculo prosapia de familiares gerundenses, podría informarle sobre algunos entornos ciudadanos de forma peculiar. Al fin y al cabo, Don Benito tenía el mapa de Girona a mano en cualquiera de las enciclopedias o cursos de viajero de la biblioteca del Ateneo Madrileño o de su biblioteca particular. En cualquier caso, es posible que la información de los nombres urbanos ya no aparezca en la caricatura de Almeda. De lo contrario, los errores como consecuencia de una castellanización defectuosa de los nombres de calles, plazas y pueblos, ortografía común en los escritores no gerundenses de la época, ahora no se definirían en el Episodio. Como, por ejemplo, la vinculación con un guión de las 2 frases de los topónimos compuestos, el reparto con el objeto de los nombres de barrio que lo transmiten, junto con "el Mercadal", el cambio insistente de la" r "del barrio de Cartellá en" s"," Castellá", o, en definitiva, la transformación de la" ny "del río Onyar en" ñ", consumiendo también la última"r". Esta es la ortografía de los historiadores Bayo y Toreno, sin embargo, de ninguna manera debe o no ser la de un Almeda. La imagen indistinta de la Girona de 1868, que se quedó en la reminiscencia de don Benito, podía animarse plásticamente a través de las palabras de Almeda; la erudición geográfica e histórica debía ser proporcionada por los cronistas de los Sitios.
¿Qué fuentes escritas puede querer utilizar Galdós del precio de la fuente oral que le presentó Almeda? La "Historia de la vida y el reinado de Fernando VII de España", atribuida a Estanislao de Kotska Bayo, de consistente gestión a través de Don Benito, como aprecia la variedad de marcas en el interior de la copia de su biblioteca, beneficiosa en episodios de intriga política y ambiente a nivel nacional, también podría ser útil como pauta cronológica y situación estándar. La conocida "Historia de la rebelión, batalla y revolución de España" a través del Conde de Toreno, que actualmente ya no aparece en su biblioteca, tratada sin duda, por los numerosísimos puntos de contacto de los que se advierte el Episodio, va a ser una pieza imprescindible para levantar el andamiaje del radical. Se volvió ajeno al gusto de Galdós -153-por su método histórico liberal, y por esa evidente objetividad que le prestaba el estilo latinizante, al Salustio, esmaltado de esféricas sentencias absolutas. En las ajustadas 9 páginas del décimo Libro de su Historia, páginas dedicadas por completo al asedio de Girona de 0,33, Galdós recogería la línea general del asedio, la información, de una retórica falsamente sensata, y las anécdotas; anécdotas excesivamente concisas, como marginales e inevitables en el solemne contexto histórico de Toreno. Don Benito iba a aprovechar hábilmente estos detalles pseudo-prácticos y, en menor medida, anécdotas, para crear e inspirar la trama de la novela. Pero para la parte histórica del episodio, Galdós necesitaba algo más. Inflar las escuálidas estadísticas de Toreno no entraba ahora en su forma de componer, porque aunque necesitaba escribir los Episodios a marchas forzadas y en busca de logros famosos, poseía la consideración de un creador, y ya al comienzo de su carrera literaria tenía pensamientos precisos y limpios sobre la manera de concebir y estructurar sus obras. Su carácter y su destino no le permitían ahora hacer un pastiche vendible, aunque despreciable, del noble viaje de Girona. Una de estas constantes dentro del advenimiento literario de Galdós fue montar sus novelas a través de los ojos de los personajes. La mejor figura de consuelo sobre la que puede querer disponer plausiblemente la parte antigua del Episodio "Gerona", dotándola de fuerza épica, es la de Álvarez de Castro. Galdós deseaba una fuente escrita viva y directa que le ayudara a recrear, de acuerdo con su interpretación, la imponente personalidad del defensor de Girona; algo parecido, en su papel de monográfico, a los libros de Manuel Martiani sobre Trafalgar, y al de Agustín Alcaide Ibieca sobre Zaragoza. El manuscrito del Episodio "Gerona", el más manejable últimamente absolutamente a disposición de los galdosianos, nos da la solución de cualquier otra fuente hasta ahora ignorada, y refuta, para este Episodio como mínimo, la noción común de que Galdós utilizó mejor la historia ya elaborada para escribir esta serie de novelas.
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